¿Sabéis de lo que hablo? Hablo de un juguete que siempre, y cuando digo siempre es siempre, suena a la hora de la siesta cual teléfono fijo en verano donde te ofertan una mejora en el contrato de internet; con una música que se te mete en la cabeza como la veraniega “Barbacoa” del gran Georgie Dann, un juguete que es la delicia de la población menuda y la pesadilla de los que peinamos ya alguna que otra cana.
Este juguete es… ¡la mesa de
actividades!
Te lo venden (en mi caso ha
procedido de la herencia de mis sobris) como un juguete educativo que
estimulará los sentidos de tu hij@ y lo cierto es que es así. Pero en los
anuncios se les olvida comentar en la letra pequeña (en esa que te ponen “pilas
no incluidas”) que también estimulará todos y cada uno de los sentidos, además
de algún que otro dolor de cabeza, de los progenitores de la criatura que maneja
todos los botones habidos y por haber en esa mesa de actividades.
Un teléfono, engranajes, teclas
de piano, figuras geométricas, siluetas y sonidos de animales… son algunos de
los ejemplos que te puedes encontrar en estos juguetes.
Y es que tras no poder escuchar
noticias en el telediario o llamadas en el teléfono porque suena la música de
este instrumento terminas por hacer buena esa frase de “si no puedes con tu
enemigo únete a él”. Y llega la fase de aceptación donde miras la realidad de
tú a tú y te sientas en el suelo a darle a los botones junto a tu hij@ y es, en
ese preciso instante, cuando empiezas, sin darte cuenta, a tararear la canción
que suena cuando pulsas el botón del 9 en el teléfono que tiene la mesa de
actividades pero, tienes que saber que nunca, y cuando digo nunca es nunca,
podrás escuchar esa canción entera ya que tu hija pulsará el botón de la silueta
del cuadrado o de la vaca para que deje de sonar la canción para escuchar otras
melodías que se han accionado con esos botones.
Pero ahí no acaba la cosa, cuando
has aprendido a duras penas las canciones y las has escuchado enteras ya que le
has dado tú al botón mientras tu hija duerme (sabes perfectamente que lo debes
hacer así o nunca escucharás la canción al completo) te das cuenta de que
existe otra dimensión que se abre a tus ojos y es tener todo esto pero… ¡en
inglés!
¿Y si te dijera que no solo tengo
una mesa de actividades, sino que tengo dos? Pues nada que si no quieres sopa…
toma dos tazas.
Y es que a lo mejor soy masoca,
pero me gusta tanto todo lo que hace mi hija que hasta disfruto como juega, ríe
y grita pulsando todos los botones de esta mesa infernal llamada “mesa de
actividades”. XD XD XD (¡Qué tiempos los sms!).
Tranquilo, Chus, eso no es nada: según van creciendo, la cosa se va complicando una mijita más !
ResponderEliminarLo malo de los niños son los primeros 35 años, luego ya..
ResponderEliminar