jueves, 27 de marzo de 2025

40 años: Casi ná, ya le hemos dado la vuelta al jamón

Se acercaba de nuevo el 23 de marzo y en mi barriguilla (cada vez más grande jajaja) venían de nuevo los nervios por mi cumpleaños y más desde que tengo a mis peques que son las que mas me recuerdan esta bonita fecha.

Momento de soplar las tartas.
Este año llegaban los temidos 40 con su crisis existencial correspondiente y podía intuir que me iban a preparar una sorpresa como al final ocurrió.

La mañana del 23, que además era domingo, fui a casa de mis padres a ayudar a mi madre a vestirse y a ponerse elegante (guapa no porque ya eso lo lleva incorporado). Estuvimos hablando del día de mi nacimiento y de como vine al mundo ese mismo día de hace 4 décadas y ahí fue cuando pensé que qué mejor manera de comenzar mi cumpleaños que con la mujer que me trajo al mundo.


Seguía la mañana y mi padre dijo que iba a comprar pan, me pareció raro ya que había una barra entera para desayunar pero bueno pensé que quería ir a tomarse su tradicional café mañanero.


La cosa es que cuando terminé las tareas en casa de mis padres y fui a vestirme a la mía mis padres me pidieron que bajara de nuevo para ayudarles a subirse en el coche. Fue en ese instante cuando desde el interior de su coche emanaba un rico olor a pastelitos salados. Ahí ya me olía algo más que a ese rico producto.


Con mi familia
En ese instante Mónica me puso un pañuelo en los ojos y comenzamos a circular en su coche. A todo esto Gala iba contenta pensando que íbamos a una fiesta con pastel incluido (ella le llama así a las tartas). Para que no la pudiera oír Mónica puso las canciones de los Payasos de la Tele a todo volumen. Pues con “El coche de papá” de fondo y sin ver nada íbamos por las calles de Huétor. Son muchos años recorriéndolas en coche y era fácil de adivinar donde íbamos.


Tras un recorrido de unos 10 minutos donde estaba muy mareado me baja del coche y me hace llamar a golpes a una puerta (se suponía que era de una casa pero era una especie de cuarto de aperos) para ganar tiempo ya que mis padres y nosotros habíamos llegado a la misma hora.


Conforme me acercaba a la nave donde me esperaban iba diferenciando otro olor… el de arroz. Con la canción de “Levantando las manos, moviendo la cintura, un movimiento sexy” y realizando su respectivo baile con los ojos tapados me dispuse a quitarme el pañuelo de los ojos y fue cuando vi a toda mi familia carnal, a mi familia política y a innumerables amistades.


Mis niñas se lo pasaron en grande, además de porque estaba su familia, porque estaban varios de sus amigos y amigas. Nuestras familias también se lo pasaron de lujo y nosotros pudimos disfrutar de un bonito día que supuso un arco iris en medio de la tormenta.


De los estupendo regalos podría estar hablando extendiendo el texto pero lo sintetizará afirmando, y no es tópico, que los mejores regalos no fueron materiales, los mejores regalos fueron: la compañía de mis seres queridos, sus abrazos, y el tiempo, cariño e ilusión que le dedicaron a este día para que mi 40 cumpleaños fuera inolvidable.


Dejó un vídeo muy sencillo y simpático que grabamos. Da gusto ver como acceden a todas mis “chalauras”.


Un abrazo enorme.


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