Ya ha pasado un año desde que a mi madre le diagnosticaron ELA. Un año en el que hemos tenido que unirnos más que nunca ante la adversidad. Parece que fue ayer cuando pasó ese terrible viernes 11 de octubre donde nos dijeron que mi madre tenía una enfermedad degenerativa y, tres días después, el lunes 14, nos confirmaron que era ELA.
He pensado en muchas ocasiones hacer un diario sobre este proceso pero me he negado ya que mi madre no es el año que lleva luchando contra esta terrible enfermedad. Mi madre es lucha, es tesón, es la limpiadora del IES, es la madre de Ana, Estela y Jesús que siempre se ha arremangado para sacar a su familia adelante.
Sin embargo, mi hermana Estela ha elaborado un pequeño pero muy profundo texto donde explica muy bien la situación que llevamos viviendo desde hace justo un año.
🌿 Hoy, hace un año… 🌿
Hoy, hace un año, comenzó todo.
Mi vida cambió sin aviso, se derrumbó en silencio.
Creía tenerlo todo:
mi familia, mis niñas, mi trabajo…
Y, de pronto, la vida se detuvo con una noticia
que jamás pensé escuchar.
Mi madre estaba enferma.
Al principio pensamos que sería algo pasajero,
pero aquel once de octubre el tiempo se partió en dos:
mi madre tenía ELA.
Y mi mundo se vino abajo.
Desde entonces comenzó la batalla.
Una lucha diaria, constante, sin tregua.
Un “mamá, esto no va a poder con nosotras”,
aunque por dentro el miedo se hiciera nudo en la garganta.
La ELA —esa enfermedad invisible para tantos—
se metió en casa sin pedir permiso,
robando despacio los gestos, las palabras, los movimientos…
y dejando solo la fuerza del amor.
Mi madre entró andando, hablando, riendo,
y hoy depende de nosotros para todo.
No camina, no puede comer sola,
no puede rascarse ni decirnos cómo se siente.
Y aun así, está ahí…
con su mirada que dice más que mil palabras,
con su presencia que sigue llenándolo todo.
A veces cierro los ojos
y daría lo que fuera por escuchar su voz una vez más.
Que me regañe, que me diga “no lo estás haciendo bien”,
o que me sonría y susurre:
“qué bien lo haces, cariño”.
Un abrazo suyo.
Un “te quiero”.
Esas pequeñas cosas que ahora pesan tanto.
Hoy me siento con un café,
miro el sitio donde solía estar,
y la echo de menos con cada sorbo.
Porque hay ausencias que no se llenan,
pero también hay amores que nunca se apagan.
Y el suyo, mamá… el tuyo,
vive en mí.
Siempre. 🤍

Chus me has echo lloras,por mucho que diga ,no tiene sentido ,eso es vivir lo que estáis viviendo vostros
ResponderEliminarYo os veo una vez a la semana y cuando actuáis digo de donde,sacan fuerzas estos hijos sois dignos de admiración
Os deseo muchas fuerzas para seguir adelante con esta prueba que os dado la vida
A esta madre le ha tocado vivir algo que nadie desa que le toque. Pero siempre hay una recompensa, para la este sufrimiento. Y el de ellas son sus maravillosos hijos y toda au familia. Seguro que eso si lo recuerda.
ResponderEliminarSin palabras, todo lo que os deseo que sea poco, yo vivo una cosa parecida con mi padre, Parkinson y alzheimer, y se lo que es pasarlo, muchas fuerzas familia
ResponderEliminarHola Chus, estás palabras llenas de amor, sentimientos y admiración hacia vuestra madre, me han hecho llorar
ResponderEliminarYo la recordare siempre , por su gran capacidad y fortaleza en los momentos difíciles, que se hacía gigante
Siempre estuvo ahí para todos con su mirada y su sonrisa
Muchas fuerzas para seguir adelante