lunes, 4 de julio de 2022

Bautismo de buceo: Disfrutar de la vida del mar

 He podido cumplir una de las experiencias que tenía pendiente, el bautismo de buceo. Fue el pasado 3 de junio de 2022 en Calahonda y puedo describirla como espectacular. Es cierto que llevo varios años practicando snorkel pero lo de ayer fue de otro nivel.

En la playa de Calahonda
Tras unas explicaciones muy detalladas sobre el equipo o pulpo (peso, elementos de respiración con las dos boquillas, el mando de insuflar aire al chaleco y el medidor de presión), la transmisión correcta del argot del buceo como máscara a lo que comúnmente llamamos gafas de bucear (es máscara porque, a diferencia de las gafas, tiene nariz) y de botella de aire (no se llama bombona y no tiene oxígeno sino que tiene aire a presión) nos fuimos desde las instalaciones del club al embarcadero de la localidad costera. En un grupo muy ameno, simpático y agradable.

En tierra firme nos terminamos de poner los trajes de neopreno y nos colocamos las aletas y el cinturón de plomo, éste último para que pudiéramos hundirnos con más facilidad. Una vez colocados teníamos que adentrarnos al agua y para acceder a la misma había que entrar andando hacía atrás (al estilo Michael Jackson pero en plan buceador que se va comer, en este caso, beber el mundo).

Ya en el agua me pusieron el resto del equipo e iniciamos ejercicios básicos de respirar bajo el agua y de dar los primeros pasos en el buceo. Los brazos debían estar quietos a fin de no golpear al instructor y solo avanzar mediante el aleteo. En eso instante iniciamos el avance mar adentro y con más profundidad. Ya era alucinante ver la enorme vida que había justo en la orilla, imaginaos lo que había 40 metros mar adentro.

Pero ocurrieron dos hechos por los que tuve que salir a la superficie, uno fue porque no hice las labores de descompresión de forma adecuada (tapando la nariz y soplando) para que no me dolieran los oídos al descender en la profundidad. Este hecho hay que hacerlo de forma periódica para que no te duelan los oídos por la presión. El segundo momento comprometido fue porque no realicé de forma correcta el vaciado de agua de la máscara. En ese momento lo pasé bastante mal porque tenía las gafas totalmente llenas de agua y no podíamos subir tan rápido como hubiera querido ya que debe tomarse un tiempo prudente en la subida por la presión. Imaginaos estar a unos 6 metros de profundidad y no ver nada. Fue un momento agobiante pero pasó bastante bien.

Equipo o pulpo

Una vez solventadas estas dos incidencias fue una experiencia muy gratificante. Pude ver infinidad de pepinos de mar, diferentes tipos de flora marina y de peces alucinantes. En la retina aún conservo la imagen de cuando nos reposamos en el suelo a unos 6/7 metros y movimos un poco la arena para que acudieran varios peces y buscaran la comida en nuestras propias manos.

En esos momentos te das cuenta de lo bello que es el ecosistema marino y a la par tan frágil. Debemos protegerlo desde las administraciones, las empresas que trabajan o inciden en este medio, así como con pequeños gestos que debemos desarrollar a título individual. Hechos tan fáciles como recoger un papel del helado que te acabas de comer, de la colilla de tu cigarro y de la demás basura que generas durante tu estancia en la playa hacen que esta flora y esta fauna puedan vivir en las mejores condiciones.

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